sábado, mayo 24, 2008

22 DE DICIEMBRE FERROCARRIL OESTE


Es difícil imaginar dentro de la historia del rock argentino algún otro personaje más querible que García. No cabe dudas que el muchacho también provoca odios intensos, pero a la hora de contar gente el afecto supera en mucho al de los odios que García debe haber cosechado en su carrera. Pero el oyente de rock, el que se pone la camiseta y la suda, sabe muy bien quién es García y los zapatos que calza. De alguna manera este concierto fue como una celebración de toda una carrera que, más allá de traspiés ocasionales, ha hecho feliz a miles de personas que han (hemos) crecido con sus canciones, su humor y su garra. Porque García es a punta del iceberg que cobija una directa línea de pensamiento, comprometida con el rock and roll, la libertad y el quiebre del caretismo nacional, ese que alguna vez hizo de García un trofeo de caza.
Y no pudieron atraparlo; el gran zorro siempre tuvo un reflejo instintivo que lo salvó de muchas trampas. Sólo que la más fuerte de todas era él mismo. Y supo verla, paró la pelota contra el suelo y se la guardó hasta el momento de entrar en la cancha para hacer los goles que todos le festejamos: los de la müsica.

Por eso no es de extrañar que Ferro haya estado lleno de bote a bote, desde horas muy tempra
nas y mezclando generaciones, aunque la de menos de 25 sea a más populosa. García no presentó un disco, ni anticipé uno nuevo, simplemente convocó a Ferro para celebrar con un gran concierto que el tren aún siga
rodando y que el viaje todavía sea largo.

Un video en la onda cine mudo, presentando a Los tomarle un poco el pelo a su internación. La entrada de García en ambulancia y los músicos vestidos como para la fiesta del hospital pusieron la locomotora en marcha que rodó durante dos horas en un muy buen show que mantuvo al palo a toda
Enfermeros y con un toque chaplinesco fue una buena manera de iniciar el show y la audiencia, que supo perdonar algún bajón en el sonido y en la voz de Chariy, que suplió el defecto a base de polenta y carisma y a incondicic5nai ayuda ce público que cantó a los g— tos casi todos los temas.
El show se largo con “Cerca de ia revolucionn’, “Funky y Yendo de la cama al living, segundos por varios de los temas más populares de Garcla y otros que fueron rescatados como “Nuevos trapos”, “Rap del exilio” en una demoledora versión que contó con la participación de os lHya Kuryaki, “Inconsciente colectivo” con Mercedes Sosa y “Peluca telefónica” con Fito Páez. Luego el clima bajó su ritmo para dar paso a una emotiva catarata de auténticos oldies como “Pubis angelical”, “Canción de 2 x 3” y un medley con “Boletos pases y abonos”, siguió con “El fantasma de Carterville” y remató con un pedazo de “Bubuli na” Para ese entonces Los Enfermeros habían medido la presión ambiente y se largaron a fondo con una segunda parte que llevó al deflrio a todos con “Necesito TÚ amor”, “Símbolo de paz”, “Parte de la religión”, “Rap de las hormigas” y otros que concluyeron en una aplastante ejecución de “Nos siguen pegando abajo”, momento en que gigantescas rosas brotaron del escenario.
La sección de los bises fue, en rigor de verdad, una tercera parte que se estiró por seis temas que se inició con “Filosofía barata y zapatos de goma” y después se transformó en puro rock and roil con “No voy en tren”, “No llores por mí, Argentina”
(despertando los gritos de “Serú, Serú”) y finalizando con“Popotitos” al mango. Me olvido de mencionar temas como “Reloj de plastilina”, “No soy un extraño” y una interpretación hard del viejo Mr. Jones” de Sui Generis,
pero los lectores habrán disculpar. Se sabe que estos recitales de Charly, suelen ser un desparramo de energía que no dejan resto para hacer una crítica coherente y ordenada.
Más allá de la emoción, Charly García regresó
como un grande. Los tantos en contra fueron indudablemente el sonido, al que le faltó brillo, volumen y algún plano en su justo lugar; y un cierto aire desaforado del propio García con el que se reventó la garganta quizás innecesariamente. El resto estuvo a la altura de una noche que cierra con gloria una época en la música y la vida de Charly García, y permite aguardar con grandes expectativas lo que vendrá.
S.MARCHI
Fotos: Estela Figueras

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